
Aunque aproximadamente una de cada cinco mujeres embarazadas tienen un poco de sangrado durante los primeros meses de gestación, cuando éste es abundante y se acompaña con dolor en la espalda o la pelvis o con cólicos espaciados rítmicamente, puede ser un anuncio de aborto. En este caso, la primera recomendación médica es restringir la actividad física al mínimo y, en algunos casos, es necesario guardar cama por un tiempo prolongado. Es también recomendable evitar el coito de la mujer pues precipitaría el aborto. Si se presenta expulsión de líquido amniótico, fiebre, dolor y hemorragia vaginal fuerte, el aborto es casi seguro y se debe acudir al médico de inmediato. Si el dolor y el sangrado disminuyen y no hay fiebre ni dolor, quiere decir que se ha disminuido la probabilidad de aborto. En este caso, la mujer puede poco a poco aumentar su actividad física pero debe restringir su actividad sexual por completo. De todas maneras, la mujer debe mantenerse bajo el cuidado de su especialista porque existe siempre la posibilidad de que el feto muera y no sea expulsado.
Hay mujeres que habitualmente abortan y se dificulta su capacidad de tener un hijo que sobreviva al embarazo. Esta situación se puede deber a uno o más de los siguientes factores: anomalías hormonales, mala nutrición de la madre, grupos sanguíneos incompatibles, alteraciones uterinas anatómicas, cervix incompetente.